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Sailing Yacht A

25 de octubre de 2016

El velero más grande del mundo, con una eslora de 142,81 metros y tres mástiles de fibra de carbono, ha empezado a navegar.

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En el año 2011 el astillero alemán Nobiskrug, situado en el río Eider, recibió el encargo del magnate ruso Andrey Melnichenko –propietario también del yate A de 119 metros de eslora valorado en 232 millones de euros- para la fabricación del que en la actualidad es el velero privado más grande del mundo –aunque pronto se verá superado por el megayate Dilbar con 157 metros de eslora y capacidad para 40 invitados en 20 camarotes-, una embarcación de 142,81 metros de eslora y 25 metros de manga que ha nacido envuelta en una absurda polémica cuando ha iniciado sus primeras pruebas en el mar Báltico.
 
Algunos medios han especulado con la posibilidad de que este gigante pueda verse atrapado en el Báltico, ya que el puente de Öresund entre Dinamarca y Suecia, tiene una altura de 57 metros y la altura de los mástiles montados en el Sailing Yacht A alcanzan los 90 metros. Según han explicado a VidaPremium fuentes cercanas al Sr. Melnichenko, el barco viajará hasta el mar por el estrecho Drogden, un lugar donde hay un calado de 8,3 metros –el Sailing Yacht A ha sido diseñado para tener un calado de 8 metros a plena carga y puede navegar en condiciones de ‘carga ligera’ con 7,5 metros- para que pueda circular sin problemas en una operación que requerirá una gran coordinación entre las autoridades portuarias y de aviación, ya que está muy cerca del aeropuerto de Kastrup en Copenhague. Se trata de “un procedimiento estándar y no afecta a las operaciones o la seguridad de las aeronaves; al igual que otros buques de más de 40 metros de altura, deben notificar el tránsito con 24 horas de antelación para reservar una franja de actuación y luego 30 minutos antes de la llegada”, afirman los responsables de esta operación.
 
Polémicas al margen, estamos ante un velero de dimensiones impresionantes -142, 81 metros de eslora y 25 metros de manga- y tres mástiles de fibra de carbono de 90 metros de alto que albergan una superficie vélica de 3.700 m2 dotadas de un sistema de asistencia con la tecnología más avanzada que ha podido proporcionar un grupo de empresas especialistas del sector, empezando por el estudio holandés Dykstra Naval, la inglesa Magma Structures, la valenciana Futures Fibres y la estadounidense Doyle Sails.
 
La estructura de este coloso de los mares es de acero con refuerzos de fibra de carbono para aligerar el máximo peso posible al conjunto, un diseño del que se ha encargado el francés Philippe Starck con ocho cubiertas y todos los lujos que uno pueda imaginarse para que los invitados disfruten de una estancia increíble en un barco en el que no falta un spa, cine privado, beach clue, un pequeño submarino, helipuerto y un salón en la línea de flotación con suelo de cristal para poder contemplar el fondo marino. Sobre el precio de este proyecto hay cifras muy dispares que van desde los 300 a los 450 millones de euros, poco dinero para una de las fortunas más importantes del planeta, estimada en más de 10.000 millones de euros, según la revista Forbes.
 
Cuando no hay viento suficiente para mover al barco, se impulsa con dos motores diesel MTU A de 4.827 HP cada uno y otros dos motores eléctricos, capaces de alcanzar una velocidad máxima de 21 nudos y una velocidad de crucero de 16 millas, con una autonomía de hasta 5.320 millas náuticas, de modo que puede realizar viajes transatlánticos sin ningún problema. De momento, el barco se encuentra en fase de pruebas para entregarlo a su propietario en 2017 y todavía no hay imágenes navegando a vela, un momento que estamos deseando contemplar porque tiene que ser un bonito espectáculo.

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